sábado, 8 de octubre de 2011

Capítulo IX

Cerré la puerta y me senté en el suelo. Necesitaba aclararme en todos los aspectos. Sabía que sentía algo por él. Algo diferente a lo que sentía hace dos escasos días; algo diferente a ‘es mi ídolo’. Cuando estaba con él era imposible que esa alegría o incluso mi timidez desapareciesen un segundo. 

Tenía miedo. Ese simple miedo a saber lo que él sentía. No quería precipitarme. No quería hacerle daño… Me volví a calzar y cogí la cazadora. Fui a sacar a Luna. La noche era fría y parecía que iba a llover tarde o temprano. La di un paseo hasta el parque al que siempre iba con ella. De camino a casa comenzó a sonar mi móvil.


- ¿Sí?
- Cantia, que soy Gabriel.- Respodió animadamente.
- ¿Gabriel? Oh Dios mío, cuanto tiempo sin hablar contigo. Que sepas que por aquí se te echa de menos. Ya me dijo Silvia que te habías ido a estudiar a Madrid…
- Sí, conseguí la beca. Yo también te echo de menos enana. ¿Qué tal te va?
- Pues genial. Todo genial. Jo, te quiero ver que te tengo que contar una cosa importante…
- Pues me verás, porque ¿sabes qué?
- Dime.- Contesté eufórica.
- Que mañana a las cinco de la tarde cojo un vuelo a Londres para verte.
- No me lo creo… ¿En serio?.- Dije gritando.
- ¡Sí!.- Contestó mientras se reía.
- Pues vienes a mi casa que ya sabes que aquí hay una cama para ti tontín.
- Of course!! (aclaro: estábamos hablando en Español) 
- ¿Y cuánto tiempo te quedas?
- Pues nada… llego mañana y me voy pasado por la noche… Aprovecho que el Lunes no tengo que ir a la facultad. Me apetecía hacerte una visita y ver que tal te iba la vida…
- Bueno, algo es algo.
- Pues sí… Bueno Canti, que me tengo que ir que he quedado con estos para salir a tomar algo, ¿vale?
- Vale, tranquilo. Salúdales de mi parte.
- Lo haré. Mañana nos vemos.
- Olle, ¿te voy a buscar?
- No hace falta, ya pillo un taxi y llego hasta tu casa que ya me diste la dirección.
- Ah no, dime a que hora llegas que yo te voy a buscar.
- Que cabezona eres… 
- Ajá, ya lo sabes tú bien.
- Pues el vuelo llega a las siete menos cuarto de la tarde.
- Vale, allí estaré.
- Hasta mañana enana.
- Te quiero.
- Y yo.


Colgué. Gabriel era mi mejor amigo. Desde que teníamos escasamente doce años habíamos sido, él, Silvia y yo, un apoyo mutuo. Gabriel me había apoyado en cada aspecto, error y momento de mi vida. Habíamos compartido cada alegría desde entonces. Le echaba de menos. Llevaba sin verle desde que vine a Londres pero hace años juramos que siempre seríamos mejores amigos, los tres. Tenía que contarle lo de Doug.


Llegué a casa y subí a ducharme y ponerme el pijama. Eran las nueve menos cuarto y no tenía hambre. Cenaría después. Luna estaba tirada encima de mi cama durmiendo placidamente. A veces la envidiaba. . Me apetecía conectarme a Tuenti y Twitter. Quería ponerme al día. Cogí el portátil y entré en Twitter. Leí algún nuevo Tweet de Tom comunicando lo que había sido su día con Giovanna. Le había pedido matrimonio la noche anterior. Eran perfectos. Hablé con algunas amigas de España y antes de desconectarme volví a mirar la cronología. Dougie había escrito un nuevo Tweet.


‘Tarde perfecta, día perfecto. A cenar con los tortolitos’


Mi cuerpo se estremeció. Era imposible que hubiese escrito eso. Cerré sesión y me conecté al Tuenti. Silvia estaba conectada y estuvimos hablando con la Cam puesta durante una hora o más… La conté todo lo que había pasado hoy y Silvia no paraba de sonreír. Sabía lo que me pasaba. La enseñé la canción que había cantado a Dougie esta tarde y hablé con ella sobre la llamada de Gabriel. Silvia ya lo sabía y al principio iba a ir con él para darme una sorpresa, pero no pudo porque el Lunes tenía un examen del nuevo temario en la facultad. Nos despedimos y puse el reproductor de música. Sonaba ‘Crash’ de Sum 41. Esa canción me hacía pensar demasiado así que subí el volumen y fui hacia la cocina. Eran las diez y mi estómago ya comenzaba a quejarse. Preparé una tortilla de patata. Me había salido un poco grande así que lo que sobraría hoy, lo comería mañana con Gabriel. Me serví dos pinchos con un poco de ensalada que había preparado también. La tortilla me había salido buenísima. Fui a cenar al salón y apagué el reproductor. Encendía la televisión y puse MTV. Estaban dando Plain Jane. Cené y fui a la cocina. Puse el lavaplatos y cogí el móvil del bolso. Estaba cansada. Hoy me había levantado temprano. Miré las llamadas y tenía una de esta tarde. Era Kate, una compañera de clase y una buena amiga. Al ver que no había cogido me había enviado un sms.


‘ Cantia, ¿sales esta noche conmigo y algunos más? Por favor, contéstame que a saber lo que estarías haciendo tú antes… chst! ,
Unbeso, Kate Xxx’


‘ Pequeña guarra. Pues es que no te he podido coger porque estaba viendo una película y tenía el móvil en silencio… Sé que es tarde y que ahora mismo estarás ya por ahí pero no iba a salir de todas formas. Estoy muy cansada.
Otro para ti cariño. ‘


Después de contestarla subí a mi habitación y dejé al móvil en la mesita. Retiré a Luna de encima de los cojines y me metí en la cama. En poco tiempo me quedé dormida pero el sonido de mi móvil me despertó. Me habían mandado un sms. Esperaba que fuese urgente como para despertarme de mi plácido sueño. Antes que nada miré el reloj. Las once menos cinco. Vale, el que hubiese sido tenía la disculpa de que para ser sábado, era pronto. Pensé que Kate me habría respondido pero no fue así. El mensaje provenía de un número que no conocía y que en mi agenda ponía en el nombre ‘ Mr. X ‘


‘ Buenas noches, 
Mr. X quería comunicarle que se lo ha pasado genial el día de hoy y que cuando menos se lo espere, señorita, le tendrá molestándole. Sin más dilación,
Un saludo Ms. Pecas ‘


‘ Querido Mr. X,
Quería comunicarle que a despertado a ¿Ms. Pecas? Yo también me lo he pasado genial y ¿cuándo menos me lo espere? Que miedo me das… 
Otro saludo para usted Mr. X
PD: ¿Cómo has conseguido mi número? ‘


  Estuve esperando un mensaje de vuelta durante diez minutos pero no llegó. Este era idiota. Volví a dormirme.





Comenzó a sonar el timbre sin parar. Me desperté y miré la hora en el móvil. Por favor, eran las siete y media de la mañana y las gotas de agua sacudían mi ventana. Sí, estaba lloviendo.


-¡¡No pienso levantarme de la cama, que por cierto, se está muy bien, para abrir a nadie!!.- Dije a pleno grito.


La puerta siguió sonando. No iba a bajar. Seguramente haría frío y no me apetecía levantarme. Todavía no. No paraban de llamar a la puerta, cada vez más fuerte y Luna comenzó a ladrar. Escondí mi cabeza entre los cojines. Me estaba empezando a doler la cabeza. Cogí el edredón de la cama y me tapé con él. No me equivocaba, hacía frío. 


- Podrías parar de llamar a la puerta , ¿no?.- Dije gritando mientras bajaba las escaleras.


Antes de abrir la puerta fui al pequeño baño de abajo. Tenía los ojos a medio abrir y mi pelo estaba atado en un pequeño moño bajo. Sí, todo lo que la expresión dice ‘me acabo de levantar de la cama’. Llevaba un pantalón de pijama largo y demasiado ancho pero la camiseta era una simple básica blanca de tirantes. Menos mal que me había envuelto con el edredón porque sino hubiese muerto de hipotermia (?) Salí y abrí la puerta. Vale, ahora entendía su mensaje… Dougie estaba sentado en el suelo dando golpes con la cabeza a la puerta. Al abrirla Dougie se cayó para atrás.


- Buenos días Ms. Pecas.- Dijo tumbado en el suelo sonriendo y mirando hacia arriba.
- ¿Buenos días? Dougie, ¿ves normal que me haya tenido que levantar de la cama con el frío que hace a las siete de la mañana un domingo?.- Dije todavía enfadada pero no pude contener la risa al verle en esa situación.
- Pues no, muy normal no es pero ya sabes, soy Dougie, no soy normal.- Dijo riendo.


Le tendí la mano para poder ayudarle a levantarse. Antes de entrar cogió unas cuantas cosas del suelo.


- ¿Qué es eso que traes?.- Pregunté curiosa.
- Mi bajo, mi móvil y una bolsa llena de galletas de chocolate. Pero llena llena, ¿eh?


A la vez que iba nombrando los objetos los levantaba con las manos.


- Vale, pero, ¿Tu bajo? Porque supongo que la bolsa llena de galletas de chocolate, ‘pero llena llena, ¿eh?’, sea para desayunar.- Dije riendo.
- ¿Para qué va a ser? Para tocarle.- Dijo riendo.- Bueno, como dijiste que algún día te gustaría aprender a tocar el bajo y no estuviste muy convencida de mi propuesta, soy tu profesor a la fuerza.
- Vale profesor.- Dije riéndome.


Entramos y le dije que dejase el bajo en el salón. Fuimos a la cocina.


- ¿Qué quieres para desayunar?.- Pregunté bostezando.
- ¿Tienes Nesquik?.- Dijo también bostezando.- Con las galletas estará JAHDASHDASJLK.- Comenzó a babear.
- ¡Wiiiii!.- Dije sonriendo.
- Vale, me lo tomaré como un sí.- Comenzó a reírse.- Pero antes déjame preguntarte, ¿esa es la nueva moda en pijamas?


Sí, se me había olvidado por completo que llevaba el edredón de la cama tapándome por completo.


- No Dougie, no. Pero lo pondré en mi lista de ‘cosas que hacer antes de morir.- Comencé a reír sin poder parar.- A ver, como comprenderás es Abril y está lloviendo, además de que es muy pronto.- Le miré de una manera amenazante.- Todo eso equivale a que tengo mucho frío por las mañanas pero bueno, ahora ya no tanto.- Me quité el edredón y le tiré en el suelo.
- No hay quién te entienda…


Doug comenzó a reírse y yo con él. Al oírnos, Luna bajó rápidamente a dar los buenos días para después volver a tirarse en el edredón que estaba en el suelo. Cogí dos tazas y preparé los Nesquik. Los metí en el microondas y me senté en la silla que había libre en la cocina. Apoyé mi cabeza en mi mano y fui cerrando los ojos.


- ¡I NEEEEED A WOMAAAAAN!.- Comenzó a cantar Dougie a grito pelado.
- Tío, ya sabemos que andas desesperado pero déjame descansar un rato.
- Que sepas que me he levantado a las seis de la mañana para que Tom no se enterase de que le he robado la caja de las galletas.- Comenzó a reírse.
- Estás loco… Que sepas, que ayer estuve diez minutos esperando un mensaje de vuelta cuando podía haber estado durmiendo. Já.
- Me apetecía dejarte con la intriga.- Dijo guiñándome un ojo.


El pitido del microondas interrumpió la conversación. Me levanté dispuesta a sacar las dos tazas de él pero Dougie fue más rápido.


- ¡Au, Dios! Quema, quema.- Dijo gritando.


Empecé a reírme de una manera un tanto escandalosa siendo observada por Dougie con una mirada un tanto extraña. Dejó las tazas en la mesa de la cocina y sacó las galletas. Yo fui a la nevera y saqué mi bote de nata montada.


- ¿Tú también lo haces?.- Dijo Doug sonriendo.
- ¿El qué?


Dougie cogió la nata y la echó en su taza. Cogió tres galletas y las metió dentro para después llevárselas a la boca.


- Esto.- Dijo con la boca llena.
- ¡Sí!.- Dije con una sonrisa en la cara.- Pero yo las galletas me las como de una en una.
- Están más buenas de tres en tres. Hazme caso.
- Después lo pruebo. Bueno, contesta. ¿Cómo conseguiste mi número?.- Dije dando un sorbo a mi estupendo desayuno.
- Pues hombre, lógico es. Mientras tú estabas en el baño, cogí tu móvil y le apunté y después te apunté el mío. Joder, los bigotes me persiguen.
- Ah vale, que listo eres Dougie.- Dije riéndome.- ¿Los bigotes?
- Sí. Tom quiere dejarse bigote para dentro de un mes… y tú ahora tienes uno comestible.- Dijo con cara pensativa.


Comencé a reírme y pasé mi lengua por el supuesto ‘bigote’ de nata.


- ¿Así está bien?
- Sí, aunque estabas muy graciosa con el bigote.


Desayunamos entre risas, bromas y miradas. Después de desayunar, Dougie recogió las tazas y se dispuso a fregar.


- Idiota. hay lavaplatos.
- Ñañañañaña
- Eres tonto de verdad.- Comencé a reírme.- Así limpiaba, así así. Así limpiaba, así así, Así limpiaba, así así. Así limpiaba que yo la ví…- Dije cantando en español.
- Cantia, no me he enterado de nada.- Dijo dando pena.
- Nada Doug, que estás muy sexy fregando platos.- Dije riéndome.
- Ya, ya sabía yo que te ponía que fregase los platos.- Dijo con todo el ego posible.
- Sí Doug, mucho.- Dije riendo.


Me senté en la silla esperando a que acabase Doug y recogí el edredón para después llevarlo al salón.


- Acabe.- Dijo emocionado y salpicándome con las manos.
- ¿Por qué me haces esto?.- Dije poniendo morritos.
- No das pena.- Dijo riéndose.
- Eres odioso.
- Gracias.- Dijo todavía riendo.


Fuimos al salón y nos sentamos en el sofá. Doug cogió su bajo y lo sacó de su funda.


- ¡Oh por Tom! Es tu bajo azul. MUEROME.- Dije tragando saliva.
- Vale… Sí, es él.- Dijo riendo.- Toma, cógelo.


Cogí el bajo. El bajo que tantas veces había visto a través de la pantalla del ordenador. Le puse en posición y pasé mis dedos por cada cuerda haciendo que el simple sonido que salió, hiciese que la piel se me erizase.


- Bien, suena bien. Cantia, ¿tienes frío?
- No, no, estoy bien. Lo que pasa es que, es perfecto.
- Sí, ya lo sabía.- Comenzó a reírse.- Bueno, primero te enseñaré el sonido que da cada nota. La primera es sol, la segunda re, la tercera la y la cuarta es mi. Compruébalo.


Toqué cada cuerda y escuché cada nota. Disfrutando de aquello fantásticos segundos. Comprobando el timbre y sonido. Doug me enseñó algunos ritmos y algunas posiciones de los dedos en los trastes.


- A ver, tienes que colocar el dedo índice en el segundo traste en la cuerda de sol y pasar al sexto con el anular.
- ¿Así?.- Le mostré lo que me había enseñado.
- Más o menos mira.- Dijo riéndose.


Llevo sus manos hasta mi mano izquierda. Aquel simple roce hizo que un escalofrío se adueñara de mí y que nuestras miradas se encontrasen. Pude escuchar como Dougie tragaba saliva y noté como comenzaba a ruborizarme. Bajé la mirada instintivamente y Doug me colocó la mano un poco más abierta para que pudiese llegar fácilmente al traste.
           
                                                          **

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