sábado, 8 de octubre de 2011

Capítulo XVI

Me sentí segura en aquel momento. No sentía el frío. No sentía la maldita lluvia recorriendo mi cara. Solo oía el sonido de mi respiración aún rítmica y el sonido de las gotas de lluvia al acabar su recorrido en el suelo. Levanté la cabeza hasta encontrar una mirada en la que poder apoyarme. Se podía ver el temor y la complicidad aliados en nuestras miradas.


- Yo… Tengo miedo.- Dije mirando nuestras manos aún unidas.
- Ei.- Dijo haciendo que volviesen a cruzarse nuestras miradas.- Yo también.
- Dougie, no quiero hacerte daño…
- Iremos despacio.


Asentí levemente con la cabeza y comenzamos a caminar despacio. Otra vez volvía a sentir un gran frío, no solo en mi cara, en todo mi cuerpo. Mi ropa no daba para más. Al día siguiente no podría ir a la universidad si la cosa se ponía muy mala. Dougie se quitó su cazadora y la puso sobre mis hombros acercándome a él. Sintiendo el poco calor de su cuerpo. Me recordaba a el primer día. Aquel viernes. Levanté la mirada y pude ver la seriedad en él. Estaba completamente mojado y el pelo invadía su frente por completo mientras que pequeñas puntas intentaban cubrir sus ojos con traviesas gotas de lluvia. Seguía lloviendo con violencia y no parecía que iba a dejar de hacerlo. Llegamos a la entrada en pocos minutos y no me dio otra opción, me acompañó hasta el coche.


- No hacía falta.- Dije levemente.
- Sí, la hacía. Antes de que digas nada, no me devuelvas la chaqueta, no hace falta, tengo el coche aquí al lado.
- Pero estás empapado…
- Joder Cantia, da igual, ya he hecho bastante.- Dijo bajando la mirada.
- Dougie…

Negó con la cabeza y me dio un abrazo. Un abrazo que me reconfortó. Sentí su respiración en mi cuello y volví a sentir un escalofrío recorrer mi cuerpo. Uno más de los tantos de aquella noche. Entrelacé mis manos alrededor de su cuello acercándolo a mí. No quería que ese momento acabase. No quería despedirme de él. Me daba igual el frío, la lluvia, morirme. Me daba igual todo.


- Mañana te veo pequeña.
- Allí te espero.- Dije con una leve sonrisa.


Subí al coche y arranqué. Deseaba llegar a casa, ducharme y cenar pero también tenía que bajar a mi compañera de piso. Joder. La niebla invadía la carretera. No se veía con claridad y estaba saliendo un viento demasiado virulento. La noche no sería tranquila.


Eran las cuatro y cuarenta y ocho según el despertador. Me había desvelado la tormenta que reinaba fuera del hormigón. Había acertado, no amainaba. Tenía frío, mucho frío y seguramente, la gripe quería ocupar mi cuerpo. Luna estaba metida debajo del edredón justamente al lado mío. Me levanté y fui a la cocina a beber un vaso de leche caliente, siempre me ayudaba a volver a coger el sueño aunque no fuese de mi agradado. En unas tres horas y media sonaría el despertador avisando de un nuevo comienzo de rutina.


Sonó el maldito cacharro capaz de estropear cualquier momento. La cama me pedía a gritos que no me fuese y yo misma me monté mi despedida con ella, obviamente hablando sola. Me levanté de la cama con parsimonia y se podía decir que mi cabeza… estallaba literalmente. Tenía la garganta seca de haber estado respirando toda la noche por la boca ya que respirar por la nariz era misión imposible. Tenía fiebre, era demasiado raro que mi temperatura corporal aumentase pero cuando lo hacía, lo hacía en exceso.


Estaba a punto de salir de casa. Eran las diez. Fui al baño para colocarme el gorro, cogí el bolso con algunos libros y cuando justamente estaba cerrando la puerta, empezó a sonar mi móvil. Sonreí levemente.


- Buenos días.- Dije mientras guardaba las llaves en el bolso y llamaba al ascensor.
- Buenos días pequeña. Ya veo que la noche te pasó factura.- Dijo riendo.
- Déjame, que no puedo respirar por la nariz y la sincronización con eso de hablar está en proceso, ¿y tú qué? Ya veo que estás bien.
- Hombre, no soy un capta virus.- Dijo riendo.
- Que gracia.- Dije irónicamente.
- Cambiando de tema, ¿a qué hora vas a llegar a casa?
- Pues no lo sé… sobre las dos y media. No tengo que ir a la última clase de la mañana así que… 
- Vale, pues a las tres menos algo me tienes allí.
- Genial.
- Ah, y no hagas comida.
- ¡Mierda! Me has jodido el plan. Ahora tendré que buscar otro medio por el que contagiarte…
- Yo encuentro varios…
- Joder Dougie…- Dije riendo.
- Pues lo dicho, hoy estaré de ocupa en tu casa.
- Acoplado… Doug, que te tengo que ir dejando que estoy ya en el coche y como no arranque… dudo que llegue a clase.- Dije riendo.
- Como me abandonas.
- Sí, es que me está esperando uno en la residencia del campus. Lo siento…
- No hace gracia.- Dijo serio.
- Como te podría llegar a vacilar. En serio, que no llego. Luego te veo.
- Hasta dentro de… no me apetece pensar, aún estoy en la cama.
- Bien… 


Colgó. Colgó dejándome con la palabra en la boca. Ese hombre es experto en las despedidas, sí señor. Conduje hasta la universidad mientras sonaba un aleatorio de canciones. Fue una mañana normal, nuevos apuntes, fechas de pruebas y demás. A media mañana, Kate y yo fuimos a tomar algo a la cafetería y estuvimos hablando con algunos compañeros de la facultad. No le iba a contar nada por el momento. Podía salir mal. Mi jornada, en realidad, acabó a la una y cuarto pero quería ir a la tienda de Mike y agradecérselo en persona. Cuando entré, estaba atendiendo a un grupo de jóvenes que andaban buscando una guitarra que regalar a su amiga. Saludé a Mike con una sonrisa mientras me quitaba el gorro y esperé a que acabase de atenderlos.


- Gracias Mike.- Dije son una leve sonrisa.
- No fue nada mujer. No hubiese sido muy normal que me negase a hacerle un favor a una señorita con una sonrisa como esa.
- No mientas.-  Dije riendo.
- Ya veo que al final se aclaró el tema.
- Sí, las cosas vuelven a ser como antes. Te debo una.
- Con que me aceptes la petición de invitarte a comer mañana me vale.
- En todo caso te tendría que invitar yo, así que mañana a las dos y media vengo a recogerla, dama.
- No voy a discutir porque sé que no servirá de nada. Acepto caballero.


Los dos comenzamos a reír y me despedí de él. Le dije que tenía que ir a comprar algunas cosas al supermercado. Después de hacer la ‘compra de la semana’, fui directamente a casa. Ya eran las dos y cuarto. Al llegar, dejé las bolsas en la encimera de la cocina y bajé con Luna hasta una farmacia.


Estaba en la cocina cuando sonó el timbre. Tres menos veinte. Fui hacia la puerta y abrí mientras me recogía el pelo. 


- No preguntes.- Dijo mientras pasaba y dejaba las cosas encima de la mesa del salón.


Dougie llevaba varias bolsas, una mochila y estaba empapado.


- Doug, te has aficionado a las duchas urbanas.- Dije riendo mientras me apoyaba en el marco de la puerta.
- La fiebre te hace decir tonterías.- Dijo mientras dejaba la chaqueta en una silla.
- ¿Estás tonto?.


Dougie se acercó a mí y mientras iba de camino al baño, me dio un beso en la mejilla.
- Quita bicho, que me mojas.

Dougie rió y empezó una interesante búsqueda.


- ¿Te diviertes?.- Dije observándole desde el pasillo.
- Joder, estoy buscando una toalla.
- Sí, eres tonto. Mira detrás de la puerta.

Encontró lo que andaba buscando y mientras salía del baño removiéndose el pelo, fui a la cocina a terminar de colocar las últimas cosas. Estaba colocando la fruta mientras Dougie entraba en la cocina y cogía una manzana del frutero.

- Eres un ladrón.
- Tengo hambre.- Dijo dándole un bocado.- ¿No habrás hecho comida, no?
- No, soy obediente.
- Perfecto porque he traído tallarines.
- ¿Alguna vez has pensado que siempre que comemos en mi casa acabas cocinando pasta?.- Dije riendo.
- Mis recetas culinarias aprobadas no pasan de eso.
- Me gustan tus recetas culinarias aprobadas.
- Me gusta que te gusten.- Dijo sonriendo.- Ve al salón y siéntate, ya preparo yo todo.
- No soy inútil, Doug.
- Lo sé pero estás mala y tienes escusa para no hacer nada, así que aprovéchala.
- No quiero.- Dije cruzándome de brazos.
- Si quieres.
- No.
- Sí y punto. Esta no me la ganas.
- Eso lo dices tu…- Dije casi intangiblemente.
- Cantia, te he oído y entendido.
- Vale, ahora voy a por el premio.
- Eres de lo que no hay. Anda, tira para el salón.- Dijo riendo y empujándome levemente. 
- Doug, ¿no tienes la camiseta mojada?
- Sí, un poco la verdad pero da igual.
- Acompáñame que te dejo una.
- Como quieras.- Dijo sonriendo.


Sentía sus pasos tras los míos, solamente te escuchaban las voces provenientes de la televisión. Anunciaban mal tiempo hasta el jueves. Genial.


- ¿Dónde está mi querida?.- Dijo entrando a la habitación.


Algo comenzó a moverse bajo a las sábanas, buscando un lugar por donde asomar la cabeza. Que lista es.


- Ahí.- Dije riendo.


Luna saltó de la cama y se acercó hasta Dougie. Este comenzó a decir frases sin sentido mientras ponía caras raras y la acariciaba. Luego la que estaba loca era yo.


- A ver, princesa, que prefieres, ¿camiseta de tirantes o de manga corta? Bueno, también puede escoger entre manga larga, sudadera y demás.
- Prefiero un sujetador.- Dijo poniendo voz de niña.
- Creo que le van a quedar un poco grandes pequeña. Mejor se conforma con esto.


Tiré a Dougie una camiseta demasiado larga que tenía las mangas cortadas. Le sería más cómoda. Dougie rió y mientras cerraba el cajón, se quitó la camiseta y la dejó en la cama.


- Me gustaría tener hijos con la calefacción.- Dijo mientras se acariciaba su hombro derecho.
- Y a mí con Lucifer y no consigo que pille mis indirectas mientras está poseyéndome.
- Cantia, das miedo.- Dijo poniéndose la camiseta mientras salía de la habitación.
- No es nada nuevo.


Obviamente, mi vista no pudo mantener el control. Mis ojos recorrieron su espalda unas cinco veces, al igual que habían hecho con su pecho. Joder. Comenzó a sonarme el móvil en el bolsillo trasero y dejé que Dougie bajase. Total, no me iba a dejar hacer nada.

- Cantia al habla.
- Gabriel al otro lado.
- Gabriel, te quiero.
- Sí, yo también. ¿Novedades? Espero que sí.- Dijo riendo.
- Pues sí. Ya lo aclaré con él y bueno, ahí va la cosa.- Dije sentándome en el borde de la cama.
- Me alegro, de verdad. 
- ¿Y tú qué tal por Madrid?
- Nada nuevo… bueno sí, tengo tropecientos trabajos para la semana que viene pero bueno…
- Hahaha te digo lo mismo. Dentro de dos meses te vuelvo a estar dando la carga.- Dije riendo.
- No vuelvas. Te odio.
- Yo también cariño, yo también.
- Lela, que te dejo que me voy otra vez para la uni a la biblioteca.- Dijo suspirando.
- Okei. Te veo cibernéticamente.
- Lo mismo. Un besazo.
- Otro para ti.


No había vuelto a hablar con él desde que se fue, el humor de aquellos días no acompañaba para nada. Bajé al salón y vi a Dougie viniendo de la cocina con los vasos y cubiertos.


- Tú escondes los platos, cubiertos, etcétera.
- Sí, solo para ti. Me gusta como ha sonado tu ‘etcétera’.
- Etcétera.- Dijo mientras volvía a la cocina.


Me senté en el sofá y esperé a que Dougie trajese los platos. Seguía sintiéndome mal por mucho que él dijese. Quería ayudar. Llegó poco después y mientras servía los platos me guiñó un ojo. 


- Que sepas que la pasta la sabes cocinar demasiado bien.- Dije mientras probaba los tallarines.
- Sí, ya lo sabía.
- Relaja Señor Ego.


La comida fue demasiado amena. Hablamos de todo y nada a la vez y mientras comíamos, Dougie se dedicó a hacerme burla un buen rato mientras él fregaba y yo secaba y así transcurrió la tarde hasta las tres y media.


- Hoy haremos una tarde productiva.- Dijo tirándose en el sofá.
- Explícame que es eso de una ‘tarde productiva’ y déjame un sitio fiera.
- Música, será una tarde constructiva musical.
- Sí, ¿tú te crees que estando como estoy voy a poder cantar?
- Pues no, la verdad, pero sería gracioso.- Dijo riendo.- Hombre, algo puedes. Solo por mí.
- Idiota, me has pillado.- Dije mientras me dirigía hacia la escaleras.
- ¡Mierda! Me dejé el bajo en el coche. Ahora vengo, cuando llame, ábreme por favor.
- Me lo pensaré.


Oí como la puerta se cerraba. Aproveché los minutos que tenía para lavarme los dientes, entre otras cosas, y cogí la guitarra acústica junto al pequeño cuaderno que estaba en el cajón de la mesita. Bajé y me senté en el sofá, afinando las cuerdas de la guitarra y pasando hojas mientras esperaba que el timbre sonase. Me vino a la cabeza una letra, una melodía. Inconscientemente comencé a apuntar cada palabra, el sonido lo dejaría para el final.  Dougie llegó con la funda de su bajo. El mismo bajo que había traído aquel día. Hice como si no estuviese volviéndome a sentar en el sofá


- Creo que hay…


No le dejé terminar. Le callé con un simple movimiento de mano mientras tarareaba lo que iba a ser la melodía. Estaba ajena a todo lo demás, solamente me centré en lo que iba a ser una nueva canción. Un nuevo rincón para mis sentimientos. No sé cuanto tiempo estuve escribiendo palabras que se plasmaban por si solas, cuanto tiempo estuve rozando mis dedos con las pasajeras cuerdas de la guitarra pero al acabar, su mirada hizo estremecerme. Era compleja.


- Tócala entera.- Dijo moviendo un papel entre sus manos.


Aclare levemente mi garganta y respire difícilmente, intentando despejarme. Intentando perder los nervios. Fije mis ojos en el papel tratando de aprender cada párrafo. ( http://www.youtube.com/watch?v=SGpbDVLEjW4 ) Los acordes y punteos estaban memorizados desde el principio.


Wake up in the morning,
It’s not so bad.
I can taste you on my lips
And It makes me sad.


Levanté la mirada fijándola en esos ojos que la noche anterior hablaron por sí solos. No duraría mucho aguantándole la mirada.


There’s a part of me that just wants you back.
You are the one thing I want that I never did have,
That I never did have.


Sentí un leve dolor en el pecho y sonreí inconscientemente mientras bajaba la mirada. Sí, sus ojos intimidaban.


Fill me up.
Steam me up.
Hear me shout.
Tip me over and pour me out.
Pour me out on the concrete next to your feet.
Do I have to cry?
Can you hear me?
Oh, just to be..
With you.


Continué la canción entre indecisión y miedo. Sí, era él. Éramos nosotros. Era el comienzo de algo. Toqué con determinación la última cuerda con mi púa, anunciando el final. Alcé la cabeza y vi como Dougie sonreía levemente. Suspiré y cerré los ojos con fuerza. Realmente esa canción hablaba por sí sola. No encontraré jamás el por qué pero la distancia que impedía volver a sentir sus labios sobre los míos desaparecía. Volví a sentir su aliento mezclarse con el mío. Volví a tener cerca su sonrisa. Puso uno de sus dedos en mi nariz y cerré los ojos a voluntad propia. Simplemente disfrutaría el momento.


- ‘I can taste you on my lips’.- Dijo en un susurro.- Por cierto, gracias por tu mensaje secreto.- Dijo mientras me enseñaba la nota que había escrito aquella tarde y había metido en la funda de su bajo.


Entrelacé mis dedos en su pelo mientras sonreía y besé levemente la comisura de sus labios. Eso me bastaba. Rocé su nariz contra la mía produciendo que un escalofrío recorriese mi espalda. Volví a mantener la distancia entre los suspiros. Esta vez fue Doug quien decidía robarme un beso. Pero aparté rápidamente mi rostro del suyo. Las consecuencias de estar invadida de virus es lo que tiene. No quería estornudar en su cara.

- Jesús.
- Esto es una mierda.
- No digas tonterías.- Dijo mientras acariciaba mi mano.


                                                    **



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