sábado, 8 de octubre de 2011

Capítulo V

Doug se dirigió hacia un árbol enorme que se encontraba un poco alejado del resto. Él y sus raíces eran enormes y decimos sentarnos en una de ellas. Eran las once de la mañana y el sol relucía por sí sólo pero la mañana era fría, típica en Londres. 
 Dougie comenzó a mirarme y a sonreír.
- ¿Se puede saber qué te hace tanta gracia?.- Le dije mientras levantaba una ceja.
- Tienes la nariz y las mejillas rojas por el frío mientras que el restro de tu rostro se torna de un color... tu color. ¡Ah! Y también está adornado por pecas, pecas muy graciosas y que me gustan.- Dijo mientras sonreía como un niño pequeño.
- ¬¬ ¡Te ríes de mí!.- Le dije haciéndole pucheritos.
- Ah no, no, no. Eso sí que no. Yo no me río de ti, que quede claro, yo solo digo la verdad y nada más que la verdad.- Dijo con todo el ego posible.
- Sí,  bueno... 
- ¡Que sí! Cambiemos de tema, ¿tocas el bajo?
- Añado, cambias de tema drásticamente. No, por desgracia no, pero me gustaría poder aprender a tocarle algún día...
- Pues aquí tienes a tu profesor.- Dijo sonriente.
- Mmmm, me lo pensaré.
- Aceptarás, ya verás. ¿Y te gusta la música?
- Buena pregunta. A ver, empiezo. La música para mí, es un estilo de vida. Forma parte de mí. Desde los diez años toco el piano y desde los trece la guitarra. El mismo año que aprendí a tocar el piano, entré en la escolanía de mi pueblo. A raíz de eso, pude ir al conservatorio y licenciarme en canto y piano. Y ahí te resumo mi vida musical.- Añadí una sonrisa llena de orgullo y sentimiento.
- ¡Guau...! ¿Así que cantas, tocas el piano y la guitarra?
- Sí...- Dije un poco sonrojada. No me gustaba hablar sobre mis dotes... No me gustaba destacar, me gustaba ser yo y mi vergüenza.
- ¿Cuántos años tienes? Siento ser tan descarado pero me interesa saber tu edad...- Me dijo un poco cortado.
- No, tranquilo, no pasa nada. No soy tan vieja todavía.-Dije con una sonora carcajada.- Tengo veinte años.
- Yo veinticuatro, aunque creo que ya lo sabes y de sobra. ¿Te gusta McFly?
- Sois mi grupo favorito desde que escuché hablar de vosotros en España.
- ¿Eres española?.- Dijo con los ojos abiertos como platos.
- Sí, 'chicarrona del norte'. Aunque te lo dije ayer...- Dije riendo.
- Cantia, tengo un mínimo muy mínimo de español. Y es cierto, no me acordaba...- Nuestras risas se fundieron.- Ya decía yo que esos ojos no los puede tener cualquier chica, repito.
- Es que las españolas, somos las españolas.- A todo esto, yo seguía riéndome como si no hubiese mañana.
- Lo sé... ¿Y qué haces por estas tierras?
- Pues estudio aquí desde el año pasado en la universidad. Me dieron una beca y pude mudarme aquí para acabar la carrera.- Dije bajando la mirada.
- Y encima estudiante... Que polifacética eres.- Dijo buscando mi mirada.- ¿Y qué estudias?
- Pues me gustaría ser policía científica de campo... No me llames rara por favor.
- No tenía intención de hacerlo. Me parece muy interesante ese tema y todo lo relacionado con él, además, sería yo más raro queriendo trabajar con reptiles.- Comenzó a reírse.
- Me encantan.
- ¿En serio?
- ¡Sí! Cuando era pequeña, mi tío tuvo una serpiente en casa y todos los días me llamaba para darla de comer.-Añadí una mítica sonrisa.- Y el año pasado tuvo dos camaleones pero los pobres se murieron.
- OMG! De verdad, me acabas de sorprender muchísimo. Me alegro todavía más de haberte conocido.- Dijo sonriendo y bajando la mirada.
- ¡Seamos raros!.
 Los dos entrelazamos nuestros meñiques a la vez que reíamos sin parar.  
- ¿Quieres que te cuente algo de mí? Lo haré encantado.
- Creo que sé demasiadas cosas sobre ti.- Dije aún riendo.
- Sí, yo también lo creo.- Se unió a mi carcajada.- Que sepas que tu risa es muy contagiosa.
- Hahahahahaha, gracias ^^.
- Olle, ¿qué hora es?
- Pues... ¡Las doce y media!.- Dije sorprendida.
- Como pasa el tiempo cuando te lo pasas bien...
- Ya... ¿te apetece ir a comer?
- Me parece perfecto pero antes...
 Me dio una margarita y me la puso detrás de la oreja.
- Así estás perfecta.- Dijo sonriendo.
- Seguro.
 Y otra vez comenzamos a reírnos sin poder parar. Se levantó y me tendió su mano para levantarme. Acepté pero al levantarme tropecé con una raíz del árbol y caímos al suelo los dos. Caí encima de Doug. Podía sentir su aliento en mi oreja. Eso hizo que mi piel se erizase en cada rincón. Podía oler su cuello. Nos miramos durante varios segundos que se me hicieron eternos pero comencé a sentir como me ruborizaba y me levanté.
- Lo siento de verdad, lo siento. Perdón, perdón. Si es que al final tendrás razón con lo de patosa y todo...
- Tranquila no pasa nada.- Dijo sonriendo a la vez que se levantaba.-  Patosa, te llamaré así.
- ¬¬ Doug, por favor...
- ¡Me gusta ese mote, qué quieres que haga!.- Empezó a reírse como sólo él hacía.
- Cuando encuentre un mote que ponerte... te quedarás a cuadros.-Dije a la vez que le dedicaba una mirada de venganza.
- Espero que me sorprendas.
 Me sonrió y me tendió su brazo para entrelazarle con el mío. Así hice y ambos comenzamos a reírnos debido a la cara que Doug había puesto. Comenzamos a caminar hacia un pequeño bar que había cerca del parque.

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