sábado, 8 de octubre de 2011

Capítulo X

Volví a tocar de nuevo, tal y como él me había dicho. Sonaba perfecto. Dejé el bajo en el asiento libre del sofá y observé a Dougie. Estaba mirándome con una sonrisa en la cara. Sus ojos brillaban.


- Impresionante.
- Si bueno… no veas.- Dije sacándole la lengua.
- Hazme caso o te saldrán más pecas.- Dijo guiñándome un ojo.
- ¡No por favor!.- Dije riéndome a la vez que me levantaba del sofá.
- ¿Se puede saber a dónde va usted señorita?
- Idiota mío, son las nueve menos cuarto de la mañana. Al levantarme tan pronto, es como si serían las doce de un domingo normal. Luna necesita salir a hacer eso.
- ¿Eso?.- Dijo riendo.
- Que cachondo eres… - Dije negando con la cabeza.
- Sí, ya lo sabía. No tardes mucho que si no, habrá consecuencias.- Dijo intentando intimidarme.
- Creo que eres la única persona que he conocido hasta el momento que consigue intimidarme. Me das miedo.
- Me siento alagado.- Dijo guiñándome un ojo y sonriendo.


Subí las escaleras y fui al baño. Me lavé los dientes. Todavía tenía el pelo un poco húmedo y despeinado. Me lo sequé un poco y me lo alisé. Sabía que estaba lloviendo y que se me ondularía pero me apetecía dejar que las ondas desapareciesen por un momento de mi melena. Habían pasado una media hora desde que había subido y se me hacía raro que Luna no hubiese salido. Algo pasaba. Fui a mi habitación y abrí el armario. Decidí ponerme unos pitillos claros y una sudadera roja de ‘Duff’ con una simple básica blanca debajo. Esa sudadera me traía demasiados recuerdos de España junto con Silvia. Me puse unas converse negras y me eché colonia. Tenía una pequeña balda llena de ellas, me encantaban. Bajé las escaleras y el panorama que había en el salón era muy cómico. Dougie se había quedado dormido en el sofá y Luna estaba en su regazo haciendo lo mismo que él. Doug tenía la boca abierta y dejaba caer su brazo izquierdo fuera del sofá. Llamé a Luna silenciosamente. Bajó y la cogí en brazos. Fui hasta la cocina y allí la puse unas cuantas galletitas para perro. Volví al salón y me remangué las mangas de la sudadera. Me tumbé poco a poco encima de él y soplé levemente cerca de su boca. Dougie abrió uno de sus ojos y me sonrió.


- Eres un rancio. Te duermes por los rincones.- Dije sonriéndole.
- No, ahí te equivocas. Te dije que habría consecuencias.- Dijo riendo.
- Ah, ¿qué esta ha sido la consecuencia?

Me intenté levantar del sofá pero no pude. Dougie puso una de sus manos en mi espalda y me volvió a tumbar.


- No, al principio tenia pensado hacer otra cosa pero tardabas demasiado y me aburría así que…
- A saber lo que tenías pensado hacer al principio…
- Nunca lo sabrás.
- Pues me enfado. Por cierto, ¿me dejas levantarme?
- Pues enfádate. ¿Y si no me apetece a mí que te levantes?
- Pues habrá consecuencias.
- Me apetece ver esas consecuencias.
- Uy… Yo creo que no, son muy agresivas.
- Da igual me apetece verlas.
- Tío, eres masoca. Me da pena hacerlo pero… tú lo has querido.


Le miré y guiñé un ojo. Doblé una de mis rodillas y le di un pequeño rodillazo. Sí, en WillyLand. Rápidamente me levanté y me tapé la boca con las manos. Dougie comenzó a jurar y a moverse a lo largo del sofá.


- Perdón, perdón, perdón.
- ¡Joder lo qué tiene que hacer uno! ¡Joder!
- Te avisé.- Dije sin poder contener la risa.

Se levantó del sofá y vino donde mí para darme un abrazo. Que simple era.


- Dougie, ¿se puede saber el motivo de esta situación?.- Dije riéndome.
- Pues porque así se me pasa el dolor y el enfado de Willy y porque me apetece.- Dijo dándole más énfasis a ese abrazo y haciendo que mis pulmones captasen un pequeño porcentaje de lo necesario para poder respirar.
- Doug, si sigues apretando más, creo que comenzaré a híperventilar.
- Y te tendré que hacer el boca a boca. Um… creo que seguiré apretando.
- Por favor, me muero en el momento y no quiero hacerlo sin antes conocer a los otros tres.
- Hahahahahaha vale, te suelto. No te mueras.- Dijo sonriendo.


Fui a la cocina siendo seguida por Doug y preparé a Luna para sacarla. Antes de salir cogí las llaves, el móvil y un poco de dinero mientras Dougie se ponía su cazadora. Salimos y al salir del portal noté el frío y la humedad en mi cara. Dougie me miró y me sonrió. Se puso sus gafas y se levanto el cuello de la cazadora. Yo me puse la capucha y metí las llaves y el móvil en el bolsillo de la sudadera. 

- Vayamos de camuflaje. Somos ninjas.
- Dougie, sí.


Ambos comenzamos a reír a la vez que caminábamos a lo largo de la calle. No había demasiado ambiente en las calles, ni por parte humana ni por el tráfico. Se notaba que era domingo, temprano y que el tiempo no acompañaba para nada. Todos los establecimientos estaban cerrados por aquella zona excepto una pequeña cafetería. Vendían cafés para llevar pero la entrada a perros no estaba permitida. Dougie se ofreció a entrar a la cafetería pero veía sus intenciones, quería pagar él, así que él se quedó fuera con Luna y yo entré. Había dos ancianos leyendo el periódico y tomando un café y dos mujeres, no muy entradas en edad, intercambiando ‘chismes’ entre ellas animadamente. Me acerqué a la barra y a los pocos segundos, una mujer joven me atendió. Pedí dos cafés y pagué. La mañana fue tranquila y divertida. Durante el paseo, algunas fans reconocieron a Dougie y, como es obvio, le pidieron que se echara unas fotos con ellas y que las firmara un autógrafo. Me sentía extrañamente observada y las miradas variaban. Había desde las más tranquilas y dulces, hasta las más brutales y asesinas. Por lo demás, el paseo fue tranquilo, ameno y divertido. Doug había recibido algunas llamadas y me comentó que todas ellas habían sido de Tom. Esa noche habían quedado todos para cenar en un famoso restaurante de Londres aprovechando la noticia del compromiso de Tom y Giovanna.


- Si alguno de ellos sabe quién soy, felicítales de mi parte.
- Tranquila que lo haré.- Dijo Dougie sonriendo.


Eran las doce del mediodía cuando llegamos al portal. La mañana había aguantado sin llover pero pronto comenzaría a hacerlo. El cielo cada vez se tornaba más de un gris oscuro. 


- Quédate a comer.- Dije con una sonrisa.
- Cantia, creo que ya he sido demasiada molestia por hoy, pero gracias.- Dijo tocándose la nuca.
- Que no bobo. Solo me has despertado demasiado temprano un domingo, no es nada.
- Se nota el sarcasmo en tu voz pecosa.
- Dougie, que te lo digo en serio, quédate. Te invitaría a comer un pincho a un bar al que suelo ir los viernes por la noche a escuchar nuevos grupos.- Dije riendo.- Seguro que te gusta su bocadillo de jamón y queso.
- Eso no lo dudes. Oye, pues un día me tienes que llevar contigo.
- Eso no lo dudes.
- No me copies.
- No lo hago.
- Si lo haces.
- No. Quédate a comer.
- No hay quien te gane.- Dijo suspirando.
- Sí, soy muy cabezota. 
- Se ve.
- ¿Te quedas o no?
- No me puedo negar.


Sonreí y entramos al portal. No sé por qué, pero acepté a subir en el ascensor con él. Dougie comenzó a pulsar todos los botones y el ascensor no paró de subir y bajar hasta que Doug se cansó y pulsó el adecuado. No podía parar de reír.


- Eres demasiado.- Dije aún riendo.
- Soy Dougie, señorita, Dougie Poynter.

Llegamos a casa y Dougie se tiró en el suelo. Quité a Luna su correa y rápidamente corrió hacia él.


- Pecosa, creo que Luna se ha enamorado de mí.
- Sí, es que le van los humanos.
- Me casaré contigo.- Dijo mirando a Luna.
- Por favor, tú ya estás casado con Harry. Dougie, poligamia no.- Dije riendo.
- Jo, es verdad… me divorciaré de él.
- ¿Estás tonto? Pudd es para siempre.
- Sí… eso es verdad. Luna lo siento pero lo nuestro es imposible.- Dijo intentando llorar.


Le miré y ambos comenzamos a reír. Fui a la cocina mientras Dougie iba al salón y ponía MTV. Volvió a la cocina y al entrar se remangó las mangas de su camisa.


- Cocinemos.
- Así me gusta, con ese espíritu.- Dije riendo.
- Hagamos macarrones. Macarrones con muuuuuucho tomate. Repito, muuuucho.
- Vale. Hagamos macarrones con muuuuuucho tomate.
- ¡Bien!.- Dijo saltando.
- Infantil.
- Pecosa.
- Reptil.
- Eso es un halago. Patosa.
- ¿Todas tus palabras acaban en -osa?
- Sí. Osa.

Fui donde él y le di en el brazo. Dougie me sacó la lengua y después se hizo el ofendido.


- Eres bipolar.
- Y tú muy graciosa.- Dijo sonriendo.


Dougie fue abriendo cada armario en busca de los macarrones hasta que al fin los encontró. Yo mientras llené la cazuela con agua y lo puse en la vitrocerámica. Mientras el agua comenzaba a hervir y yo iba echando los macarrones, Dougie preparaba la mesa en el salón. Sí, raras veces comía en la cocina y al parecer, él también. Al llegar, Doug comenzó a hacer ruidos raros e hizo que me sentara en una silla mientras él se ocupaba de los macarrones.


- Lo puedo hacer yo solita. No tengo siete años.
- Me hace ilusión hacerlos yo. Y sí, tienes siete años.
- Entonces tú tienes once.
- Sigo siendo mayor que tú.


Comenzó a reírse mientras yo le observaba de una manera extraña. Fue a la nevera y sacó el tomate a la vez que sacaba de un cajón una cuchara de palo.


- Ya veo que sabes dónde están las cosas.
- Sí, es lo que tiene abrir todo los armarios en busca de algo que no encuentras.
- Que listo eres.
- Ya lo sabía.
- Viva el ego.
- Que sepas que me sigues con la mirada. Miedo.
- Es que quiero tenerte vigilado. Nunca se sabe lo que puedes acabar haciendo.
- Cosas malas y perversas. 
- Yo nunca me equivoco.


Los dos comenzamos a reír y Dougie apagó el fuego. Pasó los macarrones a un bol y fue al salón.


- Dougie, ¿y el tomate?
- Mola más si lo echas directamente en el plato, ya verás.
- Tú y tus mezclas.
- Ajá.


Fuimos al salón y nos servimos. Durante la comida Dougie no dejó de hacer tontería y guarradas. Él fue el que me echó medio bote de tomate en los macarrones y quién me enseñó a comerlos uno a uno con los dedos. Según él, si hacías ruido eras aún mejor y si comías con las manos, disfrutabas aún más. En uno de sus arrebatos, cogió el bote y su boca se adueñó del tomate restante. Dougie me ofreció de su lengua pero yo no pude hacer otra cosa que reírme. Después de recoger todo, no sé como pasó que Dougie y yo nos quedamos dormidos en el sofá. Al despertarnos todo era demasiado embarazoso. Yo estaba recostada en una esquina del sofá mientras que Dougie estaba tirado todo lo que era de largo en él y su cabeza reposaba tranquilamente en mis piernas. Miré el reloj que había encima de una de las estantería y pegué un salto. Las seis y cuarto. Dougie calló al suelo y yo comencé a preparar el bolso. 


- Vale, no te preocupes por mí.- Dijo haciéndose el ofendido.
- Lo siento, jobar, nos hemos quedado dormidos y tengo que ir a recoger a Gabriel al aeropuerto a las siete menos cuarto.- Dije mientras me calzaba.
- ¿Gabriel?.- Dijo extrañado.
- Sí. Es mi mejor amigo y viene hoy de España. Solo se queda un día pero es bastante. Llevamos demasiado tiempo sin vernos.
- Ah… no lo sabía. Sí, yo también tenía que ir a casa de Tom a las siete o por ahí.- Dijo con un tono serio.
- Dougie, ¿te pasa algo?
- No, tranquila. Bueno, te espero en la puerta.
- Vale…


Fui al baño y me peiné. Me dirigí al salón y metí las llaves del coche al bolso. Salimos y bajamos andando las escaleras. Estaba lloviendo demasiado. Me puse la capucha de la sudadera, pero no ayudó demasiado. La temperatura habíha bajado notablemente y mi cara fue la primera en notarlo. Dougie me acercó a su cuerpo y me tapó un poco con su cazadora. Podía respirar su aroma y sentir su calor. Le guié hasta la calle donde se encontraba el coche. No estaba muy lejos pero tampoco éramos impermeables. 


- Bueno Cantia, yo me voy para casa de Tom.
- No Dougie, deja que te acerque hasta allí.
- Está un poco lejos… a quince minutos en coche y luego tienes que ir al aeropuerto… no vas a llegar a tiempo.
- Que sí joder.  ¿Tú has visto cómo llueve? 
- Ya pero paso de que llegues tarde…
- Y yo paso de que estés malo dos semanas, ¿sabes?
- Cantia…
- Dougie, sube ya al maldito coche que parecemos idiotas hablando en medio de la calle mientras llueve como si nunca lo hubiese hecho y en frente de mi coche.
- Quizá lo seamos… Joder, no hay quien te gane.
- Gracias.- Dije sonriendo.


Entramos al coche y puse el aire acondicionado. Arranqué el coche y puse ‘There is noting left to lose’ en el reproductor. Era el primer disco de los Foo Fighters que mi padre me había regalado. Tenía doce años pero para mi padre era su favorito.


- ¿Te gustan los ‘Foo Fighters’?.- Preguntó extrañado.
- Sí, mi padre me regaló este disco el años pasado. Es su favorito.
- Son geniales.- Dijo sonriendo.
- Dougie, me tienes que ir guiando hacia casa de Tom. Por desgracia no sé donde vive.
- Shhh… Yo ya te voy diciendo pero después todo habrá sido cosa de tu imaginación y no sabrás nada. 
- Em… sí.


Comenzamos a reírnos y Dougie comenzó a cantar http://www.youtube.com/watch?v=1VQ_3sBZEm0&ob=av2e  . En algunas partes de la canción le seguía y Doug no hacía otra cosa que sonreír. Durante el camino estuvimos hablando de temas muy variados. Desde la gira de ATN hasta mi última relación. Había estado saliendo hasta hace cinco meses con un compañero de la facultad. Le dieron una beca para estudiar en Liverpool durante un trimestre y cuando volvió me dijo, tan tranquilo, que había estado saliendo con otra chavala allí. 


Llegamos a la urbanización donde vivía Tom y Dougie me indicó donde aparcar. Miré el reloj. Eran las siete menos veinticinco. 


- Muchas gracias pecas.
- No me las des, no hace falta. Esto… ya sabes, lo hago como buen ninja que soy.
- Hahahahaha sí. Bueno, te tendrás que ir yendo o sino, no llegarás a tiempo, aunque un poco justa vas a llegar… 
- Da igual, que espere.- Dije riendo.- Pues ya nos veremos. Pásalo bien esta noche.
- Um… lo haré.
- No bebas mucho.
- Sí mamá.
- Idiota. Encima de que me preocupo por ti.- Dije haciéndome la ofendida.
- Es que soy un adolescente en pleno cambio hormonal. Estoy descontrolado.
- Esto ya en serio, si necesitas algo o alguien con quien hablar, no dudes en pensar en mí.


Los dos comenzamos a reír y antes de que Doug saliese del coche, le di un pequeño abrazo. Durante ese corto momento, una pequeña sonrisa se instaló en mi cara cuando Doug susurró en mi oído ‘Gracias por todo pequeña’.



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