sábado, 8 de octubre de 2011

Capítulo XI-II

Los pequeños rayos de sol que consiguieron colarse en la habitación hicieron que me despertase y comenzase a sentir un gran dolor de cabeza. Querido alcohol y sus estragos. Poco a poco fui abriendo los ojos para encontrarme con una profunda y atenta mirada.


- Buenos días enana.- Dijo sonriendo.
- Joder… ¿Me pasé demasiado?.- Pregunté a la vez que volvía a cerrar los ojos debido a mis queridos despertadores.
- Hombre… Yo creo que necesitabas este desfase.
- Puf… Yo estoy en modo inactivo. Hoy no voy a la facultad.
- No, tranquila, si son las tres de la tarde.- Dijo riendo.
- ¿Qué? Gabriel, no me vaciles.- Dije seria.
- No te estoy vacilando.
- Pero… ¡Tenemos que ir al aeropuerto!
- Bueno… Era una sorpresa. Me voy mañana por la noche.- Dije sonriendo.
- ¿En serio?.- Dije sentándome en la cama.
- Sí pero ven, anda, que llevas una buena resaca.


Noté un gran pinchazo en la sien derecha. Todo me daba vueltas. Me volví a tumbar y Gabriel me rodeó con sus brazos. Era el momento de comenzar con mi gran lista de preguntas.


- A ver, voy a ser directa.
- Miedito.
- ¿Por qué has acabado aquí? Porque algo te habré tenido que decir, aunque no me importa.- Dije riendo.- ¿Has dormido algo? ¿Dije demasiadas tonterías? ¿Qué piensas respecto a ese tema? Tengo miedo. Fin, ya puedes contestar.- Dije preocupada.
- Sobrecarga de información.- Dijo imitando a un robot.
- Eres de lo que no hay.- Dije riendo.
- Lo sé. Primera respuesta, te traje hasta la cama y cuando me iba a ir, me pediste por favor que me quedase porque tenías miedo al supuesto hombre de tu armario que estaba con una legión de mercenarios y creo que con eso respondo también a tu tercera pregunta. Segundo, tranquila, solamente no me has dejado moverme ni respirar. Parecía tu almohada y cuarto y quinto, sabes que estoy contigo estés donde estés, que tus alegrías y penas son las mías, que te estás empezando a enamorar, digas lo que digas y por muy poco que te guste esa palabra y su significado, y que nunca, nunca dejes que el miedo controle tus acciones.


- Eres lo mejor del mundo.
- Te odio piña.
- Yo mucho más, colada.


Siempre él, mi apoyo de cada momento débil, de cada indecisión. Jamás podré agradecerle todas sus palabras, sonrisas y ante todo, miradas. Hay gente que dice que una mirada vale más que mil palabras pero yo lo afirmo. Una de ellas puede hacer que reboses alegría o hasta el más puro dolor. Tienes una alta gama de sentimientos posibles pero, en fin, no es tiempo para el sarcasmo. Respecto a lo de piña y colada, es una de las otras tantas chorradas de ‘Z & Company’. Una vez, cuando teníamos unos dieciocho años, fuimos al bar en el que trabajaba el amor platónico de Gabriel y cuando nos preguntó qué queríamos tomar, simplemente para romper el hielo, pedimos una piña colada de una manera un tanto especial.
- ¡Mierda! Luna. Ayer no la bajé.
- Tranquila. Por suerte tienes a este hombre en casa que se levanta a las diez, baja a tu perra y prepara la comida.
- Quédate a vivir si quieres.- Dije riendo.
- Lo haría encantado.


Mientras Gabriel bajaba al salón para coger su portátil y mirar algunos correos nuevos de la universidad, yo me fui a duchar. Aún tenía la misma ropa de ayer puesta. Estuve media hora dejando que el agua fría hiciese su trabajo. Cuando me estaba peinando, mi móvil comenzó a sonar. Era Kate.


- Guarrilla.
- Mofeta.
- ¿Qué tal? Se me ha hecho raro que no hayas venido a la uni… - Preguntó preocupada.
- Pues bueno, con una resaca demasiado grave, pero bien, estoy bien. ¿Y tú qué tal andas cielo?
- Jo, genial. ¿Quedamos esta tarde y así te paso algunos apuntes de hoy?.- Dijo animadamente.
- Perfecto, pero vendrá Gabriel. ¿Te importa?
- ¿El amigo ese tuyo tan … ?
- Kate, ¿sigues viva?.- Dije riendo.
- ¿Eh? Sí, sí…
- Pues eso, que viene.
- No hay problema. Bueno, ¿quedamos a las seis en el bar de Bartney?
- Por supuesto, pero que sepas que hoy sólo beberé agua.
- Tranquila, solo te voy a utilizar para que me traigan dinero tus clientes,. Dijo riendo.- Te quiero cariño.
- Y yo seximbol.


Se podría decir que Kate es una de las personas que más me ayudó a instalarme en Londres. Es una buena amiga. Habíamos estado compartiendo piso hasta hace tres meses porque según ella, ‘necesitaba unas vacaciones’. Estaba saliendo con Matt, un chico de la universidad de tercer curso. Habíamos quedado en el bar de Bartney porque ese, era el mejor de todo Londres. Él era al que iba, cada viernes, a escuchar nuevas melodías, nuevos grupos dándose a conocer. Kate trabajaba allí los viernes y sábados, así que aprovechaba, siempre que no estaba demasiado solicitada en la barra, para sentarse conmigo y disfrutar.


Fui a mi habitación y me vestí. Era lunes y el cielo estaba despejado. Era raro. Me puse unos pitillos rotos, una camiseta de tirantes negras y mis ‘calcetines-zapatillas’ rosas para estar por casa. Bajé al salón y ya estaba todo servido. Gabriel había echo pollo asado.


- ¡Dios! ¡Pollo asado!.- Dije gritando a la vez que daba un abrazo a Gabriel que venía de la cocina con una botella de agua.
- ¡Si tía! ¡Qué fuerte!.- Dijo imitándome.
- No me vaciles. ¿Tú sabes lo que llevo yo sin comer esto?.- Dije señalando los platos.
- No… 
- Muchísimo así que siéntate, come y calla.
Comimos y Gabriel me dijo que había estado mirando por Internet los conciertos de ‘Eme ce flai’, sí, eran tan perfecto que los llamaba así solamente por hacer que le mirase mal. 


- Van a España el mes que viene.
- No, no lo sabía.- Dije irónicamente.
- ¿Y no piensas ir?.- Preguntó sorprendido.
- No puedo.- Dije mientras miraba al suelo.- Van el seis, siete y ocho y justamente el seis, viernes, tengo un examen demasiado difícil y el nueve, lunes, tengo dos, eso equivale a un fin de semana quemándome las neuronas.- Dije sonriendo débilmente.
- Joder… Yo que te quería llevar…
- No pasa nada, ya volverán y si no, ya iré a verlos por aquí. Por cierto, estuve en Wembley y no tengo palabras.
- ¿Fuiste sola?.- Preguntó sonriendo.
- Sí. No me apetecía ir con nadie, estaba de bajón y ellos me hicieron sonreír, ya sabes, lo típico.


Gabriel y yo comenzamos a reír y me vino a la cabeza que habíamos quedado con Kate a las seis.

- Ei, he quedado con Kate esta tarde, ¿te acuerdas de ella?
- Sí, me hablaste de ella un par de veces.
- La he dicho que ibas a venir conmigo.
- Eso no lo dudes, ¿cómo te voy a dejar sola por esta ciudad?
- Sí, ahora hazte el protector.- Dije fulminándole con la mirada.
- ¿Y a qué hora hemos quedado? ¿Dónde? ¿Para qué?
- Joder, eso de que pases conmigo tanto tiempo no es bueno.- Dije riendo.- Pues a las seis en el bar de Bartney, ya sabes cual, y porque me tiene que pasar unos apuntes de la universidad y de paso, para hacer el tonto un rato.
- Vale, perfecto.


Terminamos de comer a eso de las cuatro menos diez y Gabriel me dijo que se iba a echar un rato en la cama. Le di un beso en la mejilla y recogí la cocina. Subí las escaleras y me asomé a la habitación en la que estaba Gabriel. Se había quedado dormido, le despertaría a las cinco y cuarto. Cerré su puerta con cuidado y fui a mi habitación. Temía despertarle así que cerré la mía también. Después de hacer la cama, cogí el móvil y leí el mensaje que Dougie me había enviado el sábado. Sin querer, sonreí y rápidamente dejé el móvil en la mesita. Me senté en el taburete y encendí el piano, una melodía estaba rondando en mi cabeza y estaba totalmente ligada a una letra que había escrito hace tiempo, tras un par de tropezones en la vida. Fui apuntando cada nota, acorde y silencio de la canción para después cantar a media voz. ( http://www.youtube.com/watch?v=dDmDOBKdy44 ).


Narra Dougie:


No esperaba su llamada. Salí de la ducha aún sonriendo. Joder Dougie, parecerías un gilipollas. No hacía más que pensar en ella y Gabriel pero tenía que confiar en lo que me había dicho. 

Me vestí con una camisa que me había regalado Gio la semana pasada. Tom había tenido mucha suerte al encontrar a la persona con la que pasaría toda su vida, no ha tenido que pasar, hasta el día de hoy, por algunos momentos en los que la vida te jode pero a la vez te espabila y hace que veas la realidad tal y como es. Bajé al salón y mientras Tom y Giovanna estaban en el jardín echando fotos a los gatos, fui a imprimir la foto que tenía con ella. Se la daría el martes. Salí corriendo al jardín, me asomé a la puerta y grité:

- Me dijo Cantia esta tarde que os dijese que muchísimas felicidades.
- Dila que muchas gracias y que a ver si tengo la suerte de conocerla algún día.- Dijo Giovanna.
- Lo mismo digo.- Dijo Tom mientras sacaba una última foto a Marvin para después colgarla en Twitter.


Media hora después salimos hacia el restaurante. Tom se había empeñado en llevarme. Llevaba demasiado tiempo sin coger mi coche. Llevaba en el garaje de Tom varios meses… Al llegar, todos los demás estaban esperándonos en una mesa del fondo. Deje a la pareja sola, sabía que iban a tener que decir cuatro ‘gracias‘.


- ¡¡Felicidades!!.- Gritaron todos.
- ¡¡Gracias!!.- Dijeron Tom y Gio imitándoles.


Después de que todos les saludasen, Harry fue el primero en saludarme.


- Cariño mío.- Dije abrazándome demasiado fuerte.
- Mi pene favorito.- Dije riendo.


Los demás observaban la épica escena riendo e Izzy fue la siguiente en saludarme.


- Cariño.- Dijo sonriendo.
- ¡Chst! Deja a mi mujer tranquila.- Dijo Harry.
- Anda, deja a Dougie que es listo y es bisexual.


Los dos reímos y la di dos besos. Después llegó Geo y con su mítica sonrisa me abrazó. Me alegraba tanto de que Danny la hubiese encontrado. Al llegar Danny… bueno, fue Danny.


- ¡Cacho cabrón! Dile a Harry que tú al que quieres es a mí y que soy tu amante.- Dijo gritando.
- Sí Danny, sí. Harry, bla bla bla.
- No cambias.- Dijo sonriendo a la vez que nos abrazábamos.


Nos sentamos y la cena fue tranquila. Dejamos que Geo, Izzy y Giovanna hablasen de la boda, no cambiaron de tema en toda la noche, mientras que nosotros estuvimos hablando de los próximos conciertos en España. Al nombrar ese país, me acordé de que se lo tenía que contar a ellos…


- Maricas, os tengo que contar algo.- Dije señalando a Danny y Harry.
- ¿Y Tom?.- Preguntó Harry.
- Ña, él ya lo sabe.
- Es lo que tiene que el enano viva conmigo.- Dijo Tom con to node superioridad.
- Te vas a tener que venir a vivir conmigo, ¿eh?.- Dijo Danny.
- No, conmigo que para eso soy su responsable.- Dijo Harry.


A los pocos segundos comenzaron a ‘pegarse’ como siempre mientras Tom y yo comíamos un trozo del pastel que habíamos pedido de postre.


- ¿Habéis acabado ya, niños?.- Preguntó Tom.
- Sí.
- Dougie, ya puedes seguir.


Les conté lo mismo que a Tom y al pronunciar las palabras ’he conocido’, Izzy y Georgia dejaron de escuchar a Giovanna. Al acabar, Harry fue el primero en acabar.


- Cariño, será perfecto vivir en la poligamia.
- Harry, cielo, lo tuyo no es normal.- Dije riendo Izzy a la vez que le daba un pequeño beso.
- Tío, ya sabes lo que pienso respecto al tema, lo hablamos hace dos semanas, solo te digo que no te precipites y que estés seguro antes de intentar algo serio. 
- Sí, lo sé.- Dije serio.
- Me alegro mucho, Doug, de verdad. Ya sabes que nos tienes para todo, lo bueno y lo malo y que siempre serás tú el que elija.- Dijo Geo sonriendo de una manera comprensible y mostrándome todo su apoyo.
- Pues eso, que el pequeño de la familia se nos ha enamorado.- Dijo Giovanna riendo.
- Wishin' I could be with you, and to share the view… - Comenzó a cantar Danny.
- We could’ve fallen in love.- Siguió Tom.

Los miré sonriendo y les pegué en el brazo, total, que al final acabé en el suelo siendo aplastado por tres tíos demasiado tontos.


Tom y Giovanna se empeñaron en pagar la cena y después fuimos a un pub del centro de Londres a tomar unas copas. La noche acabó bien, no hubo desfases. Al día siguiente habíamos quedado todos en casa de Tom, junto con Fletcher, a las diez para hablar del concierto en Jakarta el veinticuatro. Le había dicho a Cantia que el martes por la tarde iba a ir al estudio pero en realidad cogíamos el vuelo, se me había olvidado por completo. Quería que llegase el maldito martes.


                                                       **

No hay comentarios:

Publicar un comentario